martes, 30 de marzo de 2010

Debo partir

Cada átomo es un recuerdo.


Cada recuerdo es un golpe.

Así, la realidad me golpea,

átomo a átomo,

recuerdo a recuerdo,

lágrima tras lágrima.



En ocasiones, como al mar

me llega la calma.

La calidez de la paz del océano

me llena de sueños.

Sueños de cristal que,

de inmediato,

quiebran las olas de tu ausencia.



Y debería llevarme lejos el viento.

Debería al menos arrastrarme

y arrastrar así mi vacío,

mi ser,

mi todo.



Habían crecido ya mis raíces.

Habían penetrado de mí a tu nube.

A tu nube cierta e inconsistente.

A mi nube de ti,

de tus palabras, de tus dedos.



De tu pelo, de mi tierra

se van desvinculando mis raíces.

Mis raíces muertas de sed.

Mi pelo anhelado de vida.

Mis raíces sin rumbo.

Mi rumbo sin vida.

Mi vida sin tierra...

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