martes, 31 de mayo de 2011

sábado, 28 de mayo de 2011

Banco de recuerdos

Os dejo aquí mi pequeña aportación al banco de recuerdos:

Jamás quisiera olvidar las promesas que nos hicimos en las noches de verano frente al mar, con tus manos húmedas en mi cintura. El calor insoportable de la cama, la arena entre las sábanas, la textura de tu piel, tu voz que me decía cuando cerraba los ojos con todas mis fuerzas que no volverías a dejarme. No quisiera olvidarme de las risas que se colaban aún entre nuestras caricias minutos antes del clímax. Tampoco quiero olvidar las cenas, los hoteles, los conciertos, los juegos, las reuniones de familia, ni la imagen que tengo grabado de verte dormir junto a mi gato. No olvidar ese momento que grabé a conciencia en mi mente de la curva de tu cintura mientras dormías.

Y sin embargo tú ya lo has olvidado.

Un par de cosas

En primer lugar quiero aclarar algo sobre la anterior entrada. Soy una mujer insegura, sí, pero con lo que escribí lo que quería era decir algo así: Que me quieran como soy. No trataba de quejarme de mi forma de ser, sino de la aparente necesidad de ser como los demás para ser querido, aceptado. Paso por pequeñas crisis existenciales, como todo el mundo, pero la última no ha sido en el sentido en el que la habéis recibido. Era más bien una queja hacia los demás que hacia mí misma. ¿Por qué le dais tanta importancia a esas cosas de las que hablo y dejáis pasar las que implican mayor profundidad?

En resumen, que me siento diferente, y que lo que me duele es sentir que me obligan (o me obligo, qué se yo...) a convertirme en otra cosa que NO soy. Con mis defectos y con todo, con mi vulgaridad, con mi existencia mediocre... no tengo la intención de asumir todo lo que se supone que debo ser para gustarle al mundo. Así soy yo, en efecto. 

Lo segundo es que...

Dios mío, dios mío, dios mío... En solo una semana está naciendo de la tierra, de Dios sabe dónde tantos sueños, tanta esperanza, tanta respuesta al trabajo, al esfuerzo, al estrés, a lo que he sufrido, a lo que he tenido que aguantar, a tantas decepciones, tantos abandonos, después de tanta entrega y sacrificio... Se levantan delante de mí como espejismos que aún no puedo tocar. Me estoy acercando a ellos con el miedo con el que se camina sobre el vacío.

Si acaso pudiera abrir los ojos mañana y despertar ya allí, en el futuro...


martes, 24 de mayo de 2011

Solo soy yo

Solo soy una chica insegura del norte de España. No soy el colmo de la cultura. No tengo un vocabulario repleto de palabras que me hagan parecer más guapa. A veces hago una escapada al mundo, y sí, disfruto del cine, del teatro, de la ópera, de la literatura. No he leído todos los clásicos, ni conozco a muchos directores, pero sí soy capaz de conmoverme al escuchar a un músico en el metro, o de derramar unas cuantas lágrimas escuchando un concierto de música clásica en vivo. No conozco mucho de política. No. Pero tengo unos cuantos principios, unas cuantas ideas y un poquito de dignidad.

No visto muy bien. Nunca se me ha dado muy bien eso de combinar colores. Tampoco me gusta mucho gastar dinero en ropa, aunque de vez en cuando me gusta caer en la tentación. No me gusta salir en las fotos. Apenas tengo ninguna en la que no esté borracha, y si las tengo, en realidad, me avergüenzan muchísimo. No tengo ego (o seguridad) suficiente para divertirme posando, y sin embargo me encanta ver las fotografías de los demás. Me gustaría aprender a hacerlo para compartir con los demás lo que siento cuando veo un atardecer, o los reflejos en un vaso de agua, o al escuchar a los grillos en primavera.

En realidad ni siquiera me gustan esas cosas. No soy buena "haciendo". Se me da mejor sentir. Siempre ha sido así. Conozco poco, sé poco, soy buena en pocas cosas, pero siento una barbaridad.

También soy lenta. La mayor parte del tiempo tengo sueño, estoy cansada. Preferiría dedicarme a deambular por las aceras mirando a los demás. Es como si mi vida estuviese llena de huecos, de vacíos.

Tampoco quiero ser como los demás, ni quiero que me comprendan, ni que me tengan pena, ni que me miren, ni que me critiquen, ni que me odien. Sí que me quieran, aunque sea un poquito.

No quiero competir con los demás. No quiero tener que compararme continuamente con todo ni con todos.

Nachete, no soy guay. Soy vulgar, mediocre. Sé que tengo suerte, lo sé porque lo siento y lo agradezco con todas mis fuerzas, pero no hay más. Solo sé existir. Y sentir. SENTIR. Nada más. No puedo ofreceros más.

jueves, 19 de mayo de 2011

"... el amor poco a poco se extinguió con la ausencia, la pena con la costumbre, y el resplandor de incendio que enrojecía su cielo pálido, se trocó en sombra borrándose por grados."

De poco serviría engañarme y decir que no queda ni un rastrojo en el fondo. Tengo muchos más asuntos en la cabeza. Cada día que pasa hay más huecos... mejor dicho, más espacio. Para lo demás.

Comienzo así, pero hay otras prioridades ahí arriba. Como por ejemplo salir de aquí corriendo. Rapidito. Tres meses por acá, un año por allá...

Necesito huir de la continua ausencia que es vivir aquí. Me falta todo. Me falta el tren, los viajes, el autobús, las clases, los planes, las tareas, la gente, los amigos, las cervezas, el verano, la juventud... Que me ahogo fuera del agua, vamos.

Adiós.

sábado, 7 de mayo de 2011

De ningún sitio

Hoy es un día de esos en que no me apetece ver a nadie, ni hablar con nadie, ni escuchar nada de nada...

Podría tener entre las manos una enorme decisión que tomar, pero es tan pesada que ni siquiera me atrevo a plantearla.

Lo cierto es que cada día me siento más una extraña en estas tierras, como si me hubiesen desplazado el centro (ay, Cortázar...), como cuando se desfasan la imagen y el sonido en una película. Siento en el estómago la necesidad de salir corriendo lo más lejos posible de todo y de todos... Ya sé que suelo decirlo a menudo, pero hoy la diferencia está en que, si quisiera, podría simplemente desaparecer, largarme, perderme, arriesgar. 

Y mi ángel de la guarda sin aparecer.

¿Qué hago?




viernes, 6 de mayo de 2011

Gata.

Elegí el nombre sin dudarlo ni un minuto. Había tenido más gatos antes, pero siempre acababa llamándolos igual. Gato o Gata. Ese nombre tan amplio, tan poco específico, ha permitido que guardase en él todos los recuerdos, todas las asociaciones, las ideas, las imágenes que hoy están aquí, en mi cabeza.

Después de mudarnos a esta casa, apareciste por sorpresa una mañana en nuestro jardín. Te dimos algo de comer... y te quedaste para siempre. Al principio a mis padres no les hacía gracia la idea. Un gato, con todas las responsabilidades que llevaba consigo... y encima hembra. Una tarde, te llevaron en coche hasta la playa, y allá que te dejaron, esperando que tomases otro rumbo. Pero no lo hiciste. Supongo que habías tomado una decisión, y por la mañana ya tenías las patitas sobre el cristal.

Gracias a ti conocí a un gran hombre, un hombre que casi casi fue como mi abuelito, y que luchó tanto en Cantabria por los derechos de los animales... Te operamos, y fue así como aceptamos que a partir de entonces formarías parte de nuestra familia.

Nunca fuiste muy cariñosa. Apenas nos dejabas tocarte la cabecita, y en seguida lanzabas las zarpas enfadada. Yo siempre he creído que eras un poco mandona, y que lo que en realidad ocurría es que, en lenguaje felino, me decías cómo querías que te acariciase, y tonta de mí, que no entendía, siempre lo hacía mal. Y claro, te enfadabas conmigo. A veces era difícil entenderte. Sobre todo cuando te estirabas todo lo larga que eras y exponías tu barriguita al sol, como suplicando una mano en la tripa, pero apenas lo intentaba... ¡zas!

Siempre que hablaba de ti con alguien les decía: Mi Gata que no es una gata, es un bicho raro que no sabe decir "miau", que no ronronea ni se acurruca entre tus piernas, que no admite caricias. Y sin embargo de pronto a veces te escurrías entre mis piernas mientras colgaba la ropa, o frotabas tus bigotes con mi mano cuando me atrevía a rascarte detrás de las orejas.

Un día vi "Desayuno con diamantes", y te miré con otros ojos. Me prometí acostumbrarte a mis caricias. Y cada mañana muy a pesar tuyo te levantaba con mis manos y te cogía fuerte para que no tuvieras miedo.

Se me caen las lágrimas.

Hace unas semanas mi madre y yo te notábamos rara, y aún no tenías ningún síntoma. Pero actuabas extraño: buscabas caricias, te subías en el sofá a nuestro regazo, nos perseguías por la casa para no quedarte sola. Nosotras nos dimos cuenta, y desde entonces quisimos corresponderte.

La mitad de mi vida se dice pronto, y ahora te vas. Me dejas un poco más solita. Y no sé si sabes que te llevas contigo grandes partes de algunas historias que me hacen ser quien soy. Que han guiado mi vida. Te llevas porciones imborrables de recuerdos de personas que conocí, estoy segura, en parte gracias a ti.

Lo único que puedo darte es un enorme GRACIAS, y una parcela infinita de mi corazón. Solo para ti.

Dice el veterinario que te vas porque tenías un corazón tan grande en el pecho que no te dejaba respirar. Y no me cuesta nada creerlo.

Te quiero.