domingo, 15 de noviembre de 2009

Fraude ambiental




El brutal consumo de energía que conlleva nuestro modelo de vida y la dependencia de los combustibles fósiles está provocando un cambio climático que se ha convertido en la principal amenaza para la humanidad. Pero, además, el control de la energía está detrás de numerosas guerras, de la destrucción de territorios vírgenes y del exilio forzado de numerosas poblaciones indígenas.

En este contexto la implantación de la energía eólica se hace imprescindible, pero siempre conforme a una planificación energética y territorial que permita la toma de las decisiones más favorables para el interés general.

En Cantabria no ocurre esto en absoluto y el Gobierno quiere imponer el desarrollo masivo de la energía eólica sin la menor transparencia y sin ninguna  evaluación que justifique la decisión adoptada.

El truco está en no tramitar un "plan eólico", lo que, por exigencia legal, conllevaría una "Evaluación Ambiental Estratégica" (con periodo de exposición pública y presentación de alegaciones) que permitiría valorar la incidencia del plan en su conjunto sobre el territorio de Cantabria.

Lo que hace el Gobierno es tramitar a través de la consejería de Industria un "Concurso de potencia eólica" para distribuir "potencia eólica" (MegaWatios) en diversos sectores de la Comunidad Autónoma, para luego tramitar y evaluar los parques eólicos de uno en uno. Y esto es sencillamente un fraude ambiental.

Este modo de proceder, arbitrario y antidemocrático donde los haya, ha provocado muchas reacciones en contra y algunas verdaderamente desafortunadas por ceñirse exclusivamente en los impactos paisajísticos, y más concretamente en la afección visual a la bahía de Santander.