viernes, 11 de octubre de 2013

Escribir una palabra y tratar de borrarla con el dedo impregnado de saliva. El borrón resultado de semejante acto poético explicaría mejor lo que tengo que decirme antes que explotar en mil palabras.

No hay nadie que me pare cuando me escondo y me golpeo el cráneo emocional para hacerme la poesía sangre; tinta negra hoy, reguero de café mañana.


Si la luz pesase se arrastraría sobre mí arrancándome los bordes de la ropa, penetrándome hacia dentro como perdida pero muerta de hambre y de cansancio.

Y yo me abriría para dejarla entrar con cara de asesina, con cara de desamor, con cara de fe en que vas a dejar que te coma a besos esta noche. 

Luego la expulsaría en un parto interminable y acabaría llorando muy sola, con la espalda abrazándose hacia atrás a sí misma. Cenando sombras a oscuras, perdiendo velas, rondando amaneceres.

martes, 16 de julio de 2013

Carta a una tuitera

Abres la pestañita de Twitter y lanzas una granada de palabras que puede caer en cientos de corazones al mismo tiempo. 

De la tinta de mi boli al papel no hiero a nadie, pero las letras que se escriben en la pupila de los ojos de quien las lee son irrecuperables. Las palabras tienen filo para el alma. Jugamos con ellas como niños que juegan con fuego y animales y dolor y vida.

"Si no quiero verlo no existe", pensamos. Enlazamos letras con mensajes juguetones y los dejamos caer despacito, de un puntapié en la superficie de la córnea. Como bolas de nieve (o de fuego), en algunos corazones crecen y en otros se estrellan contra rocas aún más fuertes.

Pero a veces descienden a toda velocidad y da la suerte que se cuelan por la rendija de un corazón y duelen. Y sin quererlo encienden el mecanismo que invita a responder con la misma violencia emocional, tapada con la mantita esa del si-no-lo-veo-no-existe.

Yo expulso la palabra, tú le das forma con tu cabeza y el corazón la hace suya. Hay algo de magia, de trágico, de aterrador en el proceso que nos vuelve vulnerables. 

Y así sin que quieras saberlo dueles, hieres, mutilas, fabricas lágrimas, rencor, celos, sueños, amor, desilusión, dolor de ego e inseguridades.

Lo mejor de Twitter es que no deja huellas de tinta, ni manchas del crimen en los dedos.

jueves, 14 de marzo de 2013

A juego con las olas



Tengo la columna vertebral cubierta de lazos de seda apretando hasta dejarme inmóvil en la cama. La mirada se me clava en el techo y lo desgarra cada vez que pretendo volverme hacia dentro.

El miedo me lame cosas al oído pero no tengo ganas de escuchar. Hay algo que exhala en mi pecho como un anciano.

Me estoy esforzando por dejarme caer bonito.

No sé. Si te vas a tirar por un acantilado, al menos ponte un vestido a juego con las olas.