lunes, 3 de agosto de 2015

Nunca te escucho

Llevo tanto tiempo contigo que me sé todas tus respuestas de memoria. Así que ahora me dedico a estudiar los gestos que emites en función del interlocutor al que te diriges.

Estoy reteniendo dentro de mí cada detalle, como por ejemplo el brillo de tus ojos en cada parte de la oración que recitas, el momento que eliges para colocarte el pelo, para hacer el guiño, la broma, el chiste. Estoy aprendiéndome al dedillo tus silencios, el ángulo en que sueles perder la mirada.

Así es como sé cuándo estás recordando a tu padre, cuándo echas de menos a tu hermano o cuándo estás asfixiada por la rutina.

Pero sí, tienes razón.

Nunca te escucho.