lunes, 2 de julio de 2012

La poesía huele


Ahí está. Cierro los ojos y me sube la poesía desde el estómago a la boca. Me vibra por el pelo. 

Los detonantes son: el fuego, la luna, el silencio, una taza de té y un cigarrillo. La poesía huele sábanas nuevas, a calor, a dormir sin sujetador, a ruido de olas, de mar desapareciendo continuamente en la arena. Huele a espuma y sol calentito. A ruido de pasos por las escaleras. Huele a viento contando cuentos a las estrellas, a hojas de árboles creando brillos de luz. La poesía huele a ganas de ti, huele a recuerdos, a nubes acelerándose con las horas. Huele al sonido imperceptible de los pétalos de una rosa golpeando el suelo. Huele a ti, a nosotros. La poesía huele a palabras, huele a muebles arañando el suelo, al peso de una persiana por la noche. Huele a lámparas rotas, a lengua acariciando el paladar, a sueños, a pestañas perdidas por los rincones de esta casa, a párpados mustios y arrugados deseando aplastarse contra la almohada. Huele a secretos mal ocultados, a querer y no poder ser lo que tú no quieres que seamos.

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