martes, 7 de junio de 2011

Os voy a contar un secreto... estoy enamorada.



Antes de nada tengo que decirte que hoy que he estado leyendo viejas cartas me he dado cuenta de que le quise más a él. Lo nuestro tenía la miel de la calma, la calma del mar, el océano de la pasión, pero no tenía la chispa de mi corazón queriendo encenderse constantemente contra tu pecho, aunque la mayor parte de las veces lo desease con tanta fuerza que casi estuve a punto de quererte de verdad.

Pero supongo que esto son cosas que solo se saben con el paso del tiempo. Y es que aún recuerdo cómo se me salía la sonrisa cuando me llamaba por teléfono, pero se me salía de verdad, desde debajo del obligo, y no desde los hombros como siempre me pasó contigo. Le quería con ese amor que te hace escribir poesía. Eso tú nunca lo conseguiste.

Hoy solo quiero contaros, a los demás, que estoy enamorada. A ti no, porque la estás mirando a ella en la cama, así que no es algo que te importe, ni que te afecte, ni que merezca tu atención. Solo soy yo hablando de amor.

Él es una persona maravillosa, porque es uno y varios al mismo tiempo. Y así me quiere abrazar. Quiere abrazarme para olvidar un amor que se le escapó de las manos, que quizá no supo gestionar... Y es que no sabe y no sabrá nunca si fue culpa suya. Es un ser tan especial y no lo sabe... No sabe que a veces por las noches me recorro con las manos pensando en él.

Es un poco duro a veces, se hace de rogar. A veces también tengo que ser yo la que le abrace, porque él no cede, pero cuando lo hago siento que le gusta. Y a mí me sube ese calor desde la planta de los pies hasta cada uno de los pelos de mi cabeza. De verdad que siento su calor en mi pelo.

Le gusta leer. Adora la literatura y la conoce infinitamente mejor que yo... pero también la siente como yo. Siente el poder que ejerce cada letra sobre el alma, esa presión que empuja las lágrimas hacia la realidad, desde los rincones más oscuros. Desde los más vacíos. Me habla de los libros, de los escritores, de sus ciudades, de sus museos, de sus parques, de sus ríos, de sus puentes...

También le gusta el cine, y arte. Me lleva a ver museos, y nos pasamos horas y horas mirando las pinceladas, pero también nos gusta el olor de los museos, su silencio, las risas de los niños que rebotan contra las paredes, el aburrimiento de los guardas de seguridad... Le gusta ver cómo me descalzo a escondidas para acariciar el suelo de los museos con los pies.

Y hablando de pies, está secretamente enamorado de la manera en que doblo el tobillo del pie izquierdo cuando cierro los platos. Le gusta oler mi pelo cuando estoy dormida, y me abraza todas las noches para que no me asuste con mis extraños sueños.

También me ayuda a soñar, sin embargo, cuando estoy despierta. Me anima a seguir con mi vida, y le emociona compartir sus planes conmigo.

¡Ah! ¡Y sabe escribir! Escribe tan bien que cada vez que leo sus textos siento que en algún momento debió colarse aquí dentro y robarme todas mis emociones, mis sentimientos, mis sensaciones. Puedo echarme a reír, echarme a llorar... Todo a través de esas manos con las que plasma sobre el papel o sobre el teclado lo que tiene en esa maravillosa cabecita. Quisiera escaparme con él hoy mismo.


Son tantas cosas. Estoy tan enamorada... y él no lo sabe.

2 comentarios:

Freak dijo...

¿Soy yo? Coincido en eso de la literatura y del cine. A los museos cuando he ido por curiosidad que no por autoafirmación ha sido siempre solo, tomando apuntes.

G. dijo...

No eres tú :)