
Un día que hacía mucho calor, saqué a la calle las sábanas viejas que teníamos en la cuadra, mis tres muñecos favoritos (Marta, Ringo y Busy), y nos tumbamos los cuatro a tomar el sol. Al rato pasaron dos chicas con sus vetidos de princesitas, sus peinados y sus guantes, y me saludaron:
-¿Tú no haces la comunión?
- no, la haré cuando sea mayor, si quiero.
- Pues no sabes todos los regalos que te pierdes, jijiji.
Y claro, después de toda la charla ultra profunda de mi madre sobre la importancia de la decisión, vi la luz.
Joder, lo único por lo que me arrepiento de no haber hecho la comunión, es por no poder reclamar ahora la apostasía.
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