XIII
Del mar de tu boca
nacen como olas
las palabras que estremecen almas,
y entumecidas vagan en el vacío
mecidas por tu aliento,
eterno enamorado del licor
que enriquece los más románticos atardeceres.
Despedidas aliñadas entre lágrimas,
besos y caricias
que con su más amarga dulzura
dirigen ahora mi velero solitario.
Locura de sabores que me inunda la mirada
cuando tú y tus vértices
me perdéis al borde del abismo,
confundida entre placeres,
a cada cual más dulce y hermoso.
Indiferente camina el tiempo
cuando tú eres en mí
lo que una llave en su cerrojo.
Y como tal abrimos la puerta
a este universo de pasiones.
Desperté bañada en un mar de caricias aladas
cuando tus brazos eran mi prisión.
Aquel castigo placentero
que me alimentaba de deseo.
Son tus manos en mi pelo las que,
descuidadas,
olvidan en mí su recuerdo
para no dejar mi alma tranquila.
Es tu mirada la que mece mi espíritu intranquilo
cuando tu tacto se avecina.
¿Que pueden los mil brazos
de los mil hombres mas fuertes
del mundo
contra una sola de tus sonrisas?
Aquellas que suplican en silencio
uno solo de mis besos.
Podría tomar el sol entre mis manos
sin quemar mi piel.
Podría alcanzar la luna
sin haber tocado el cielo.
Podría nadar entre cuchillas
sin derramar la más mínima gota de sangre...
Podría llegar a estar viva...
si es que tú estuvieses a mi lado.
1 comentario:
Cito:
"Indiferente camina el tiempo
cuando tú eres en mí
lo que una llave en su cerrojo."
Que grande. Si que es cierto que el sol se podría capturar entre los dedos cuando estamos enamorados, como también es cierto que una sonrisa mueve más que mil empujones de viento si aparece entre los labios adecuados.
Publicar un comentario